Un plan de prestaciones definidas es una sofisticada estrategia de jubilación diseñada para garantizar que los partícipes reciban unas prestaciones predeterminadas en el momento de la jubilación. Las aportaciones al plan vienen determinadas por las prestaciones que promete.
A título ilustrativo, imaginemos que un trabajador debe acumular $100.000 para garantizar sus ingresos de jubilación a partir de los 65 años. Si se afilia al plan a los 55 años, su empresa deberá aportar $10.000 anuales durante 10 años para alcanzar este objetivo. Por el contrario, si el mismo individuo se afilia a los 45 años, con lo que la empresa dispone de 20 años para acumular los fondos, la cotización anual requerida se reduce a la mitad, a $5.000.
El rendimiento del plan, tanto si gana como si pierde, repercute directamente en la obligación de cotización anual del empresario. Este diseño subraya el papel fundamental del periodo de acumulación -la duración antes de la jubilación- para determinar el tamaño de la contribución. Esencialmente, cuanto más corto es el periodo de acumulación, más elevada suele ser la aportación necesaria.
En los planes de prestación definida, las aportaciones anuales sufren ajustes, generalmente menores, con respecto al año anterior. Esta variabilidad pone de relieve la precisión de los cálculos para determinar la aportación necesaria para cada partícipe, reflejando los compromisos establecidos por el plan. Además, este cálculo se repite anualmente, incorporando la información recopilada a partir del rendimiento de las inversiones del plan en el pasado y las previsiones relativas a los futuros incrementos salariales de los partícipes y los rendimientos de las inversiones.
Las aportaciones a los planes de prestaciones definidas son obligatorias anualmente y están sujetas a variaciones. Aparte de las alteraciones en el conjunto de participantes cubiertos, estas variaciones dependen principalmente del rendimiento de los activos del plan. Concretamente, dependen de si el rendimiento de los activos se ajusta a las hipótesis de crecimiento integradas en el cálculo actuarial anual.
En esta configuración, el empleador asume el riesgo de inversión inherente al plan de prestación definida, ya que todas las aportaciones suelen proceder de él. En consecuencia, el empleador asume la responsabilidad de financiar adecuadamente el plan, independientemente de sus resultados de inversión. Dado que el empleador debe garantizar una financiación adecuada de las prestaciones estipuladas, independientemente del momento en que el partícipe se incorpore al plan, las aportaciones a un plan de prestación definida tienden a ser desproporcionadamente más elevadas para los empleados de más edad que para sus homólogos más jóvenes. Esta discrepancia se debe a que los partícipes de más edad suelen tener menos años de participación en el plan antes de jubilarse, lo que exige una asignación más sustancial de las aportaciones anuales para satisfacer sus necesidades de prestaciones. En consecuencia, una parte mayor de las aportaciones se destina a proporcionar prestaciones a los empleados de más edad. Aunque los empleados más jóvenes seguirán recibiendo las prestaciones prometidas, evidentemente no se les da prioridad en cuanto a la asignación de las aportaciones dentro de un plan de prestaciones definidas.
Las prestaciones de los planes de prestaciones definidas a menudo, aunque no universalmente, se correlacionan con un porcentaje de la remuneración final del partícipe. En este caso, cuanto mayores sean los ingresos del partícipe, mayor será la contribución al plan necesaria para garantizar una financiación adecuada de sus ingresos de jubilación.
Por ejemplo, consideremos dos empleados de 45 años inscritos en un plan de prestación definida comprometido a proporcionarles una renta de jubilación equivalente a 60% de su retribución final. El empleado A gana $50.000 anuales, mientras que el empleado B gana $100.000 anuales. Suponiendo que sus ingresos se mantengan constantes hasta la jubilación, el trabajador A podría prever unos ingresos mensuales de jubilación de $2.500 (($50.000 × 60%) ÷ 12 meses = $2.500), mientras que el trabajador B podría prever $5.000 mensuales. Evidentemente, la empresa tendría que hacer aportaciones mucho más elevadas -posiblemente el doble- para hacer frente a las obligaciones por prestaciones del trabajador B.
En cambio, un plan de prestación definida ofrece una combinación de características de los planes de prestación definida y de los planes de aportación definida. Ofrece a los partícipes de más edad prestaciones sustanciales comparables a las de los planes de prestaciones definidas, al tiempo que permite que las prestaciones aumenten si las inversiones del plan funcionan bien. La contrapartida, sin embargo, es que si los activos del plan evolucionan mal, la prestación real en el momento de la jubilación puede ser inferior a la prestación "objetivo". Esto introduce un elemento de riesgo de inversión para los partícipes, ya que sus prestaciones finales están directamente influidas por el rendimiento de las inversiones del plan.
Al inicio de un plan de prestación específica, se realiza un cálculo actuarial para establecer el nivel de aportación fija requerido cada año para cada partícipe. Una vez determinadas estas aportaciones fijas, no son necesarios más cálculos actuariales. A partir de ese momento, el plan funciona como un plan de aportaciones definidas, acumulando fondos en cuentas individuales establecidas para cada partícipe. La prestación de jubilación que recibe finalmente cada partícipe depende de la cantidad acumulada en su cuenta individual, en la que influye el rendimiento de las inversiones del plan.
En un plan de prestación definida, el riesgo de inversión lo asume el partícipe, de forma similar a cualquier plan de aportación definida, como un plan de pensiones de compra de dinero. Si el rendimiento de las inversiones del plan es mejor que el índice asumido durante el cálculo actuarial inicial que determinó el nivel de aportación, el partícipe disfrutará de una prestación superior al objetivo del plan. Por el contrario, si el rendimiento de las inversiones es inferior, la prestación será inferior al objetivo.
Un aspecto crucial de los planes de prestación definida es que el empleador no tiene obligación de aumentar las aportaciones para compensar los malos resultados de la inversión, ni puede reducir las aportaciones en los años en que los resultados de la inversión superen las expectativas. Esto contrasta con los planes de prestación definida, en los que el empleador es responsable de garantizar el cumplimiento de las prestaciones prometidas independientemente del rendimiento de las inversiones.
Aunque los planes de prestación definida incorporan elementos tanto de los planes de prestación definida como de los planes de aportación definida, suelen favorecer a los partícipes de más edad. Los afiliados de más edad reciben una mayor asignación porcentual de las aportaciones anuales fijas porque tienen menos años para acumular los fondos necesarios para la jubilación. Esto se traduce en una mayor asignación por dólar a la prestación objetivo para los empleados de más edad. Sin embargo, la prestación real en el momento de la jubilación depende del rendimiento de las inversiones, lo que puede dar lugar a prestaciones superiores o inferiores al importe objetivo.
Los partícipes más jóvenes, por su parte, se benefician de un periodo más largo para que sus aportaciones acumulen intereses con impuestos diferidos y se acumulen en un entorno de impuestos diferidos. Este periodo de acumulación prolongado puede aumentar significativamente sus prestaciones de jubilación, sobre todo si las inversiones del plan obtienen buenos resultados.
En general, los planes de prestación específica ofrecen ventajas a todas las partes implicadas. Los empresarios se benefician al no soportar el riesgo de inversión, que se traslada a los partícipes. Los empleados de más edad reciben una mayor parte de las aportaciones debido a su menor horizonte temporal, mientras que los más jóvenes se benefician del crecimiento potencial a largo plazo y de la capitalización de sus inversiones. Esta estructura crea un plan equilibrado que satisface las necesidades tanto de los partícipes de más edad como de los más jóvenes.